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20 de mayo de 2025

Niño de 8 años reinventa los zapatos antigravedad de Michael Jackson

Lo hizo para un experimento científico en la feria de la ciencia escolar, y ahora tiene patente, pruebas y resolución de problemas reales en el aula.

En la mayoría de las ferias científicas escolares, lo habitual es encontrarse con volcanes de bicarbonato, maquetas del sistema solar o experimentos con imanes. Pero en una escuela de Oakland, California, un proyecto llamó la atención de todos: un niño de segundo de primaria se presentó con una versión funcional de los zapatos antigravedad que usaba Michael Jackson en sus coreografías. Y no fue solo por el espectáculo: detrás había un trabajo de investigación, pruebas y aplicación del método científico digno de destacar.

La historia fue publicada el 16 de mayo de 2025 por el medio The Oaklandside y tiene como protagonista a Jonah Cassady-Opper, de 8 años. En lugar de optar por una experiencia más convencional, Jonah decidió abordar una de las preguntas que más le intrigaban desde que se volvió fan de Michael Jackson: ¿cómo es posible que alguien se incline hacia adelante 45 grados sin caerse? Lo que comenzó como una curiosidad infantil se transformó en un proyecto científico riguroso que combina historia de la música, biomecánica y creatividad.

El misterio del “lean” de Michael Jackson

En 1992, Michael Jackson patentó un sistema que le permitía ejecutar uno de los movimientos más recordados de la historia del pop: una inclinación imposible, en apariencia antigravitatoria, que desafiaba el equilibrio humano. Este efecto escénico se conoce como "lean", un término en inglés que significa literalmente “inclinación”, y que en este caso hace referencia al gesto con el que Jackson se inclinaba hacia adelante en un ángulo de 45 grados sin flexionar las rodillas ni caerse. Visualmente impactante y biomecánicamente inverosímil, el lean se convirtió en uno de los momentos más icónicos del videoclip Smooth Criminal.

Esta ilusión escénica fue vista por millones de personas, pero pocos sabían cómo funcionaba en realidad. Jonah, al ver ese movimiento una y otra vez en vídeos de conciertos y clips musicales, quiso descubrir el truco desde una perspectiva científica.

El primer paso fue formular una hipótesis. Como explica el artículo, “su primera hipótesis fue [que se trataba de] imanes, pero eso fue descartado cuando descubrió la patente de Jackson en internet”. Ese cambio en la dirección del proyecto no lo desanimó. Al contrario, le permitió profundizar en la lógica del mecanismo real que hacía posible el truco: un sistema físico que combinaba zapatos modificados con una plataforma anclada al suelo.

A partir de ahí, Jonah se dedicó a replicar el sistema con ayuda de su madre. Fue una tarea minuciosa. Los zapatos debían tener un “hitch member”, una ranura especial en el tacón que encajara con un tornillo colocado en el suelo. Este tornillo actuaba como ancla, permitiendo que el cuerpo se inclinara sin perder la estabilidad. Según el artículo, “es lo que se llama un ‘hitch member’ [pieza de enganche]. Se crea tallando una ranura en el tacón que se desliza en su lugar alrededor de un tornillo fijado a una tabla de madera”.

Experimentación: más que una maqueta

Una de las fortalezas del proyecto fue su enfoque en la experimentación. Jonah no se conformó con construir un único prototipo. Realizó tres ensayos con diferentes tipos de calzado, midiendo cuidadosamente los ángulos de inclinación que podía alcanzar en cada uno. El objetivo era llegar a los 45 grados del movimiento original de Jackson.

Primero probó con sus zapatillas deportivas, unas Air Jordans. El resultado fue modesto: apenas 13 grados. Luego intentó con unos botines estilo Chelsea, pero el elástico de los tobillos cedía con facilidad y el niño terminaba cayendo al suelo. “Sus pies seguían saliéndose del botín porque el elástico se estiraba y simplemente se caía de cara, aunque de forma segura”, detalla la madre en la entrevista.

Finalmente, Jonah logró el mejor resultado con unos zapatos de charol con cordones. Este tipo de calzado ofrecía la sujeción necesaria para mantener el pie firme mientras el cuerpo se inclinaba hacia delante. Para medir el ángulo de cada prueba, su madre utilizó una aplicación de teléfono que permite calcular grados a partir de fotografías. Esta atención al detalle demuestra una comprensión del método científico que va más allá de lo habitual en un niño de su edad.

Ciencia y cultura pop: una combinación poderosa

Este proyecto es especialmente interesante porque combina dos mundos que muchas veces se presentan como opuestos: la ciencia y la cultura pop. Jonah no parte de una curiosidad abstracta, sino de una pasión concreta por un icono musical. Su entrada a la ciencia fue a través de una pregunta motivada por el asombro que le producía un vídeo de Thriller y las coreografías de Jackson.

Según relata su madre en el artículo, “Thriller fue la puerta de entrada a Michael Jackson”. Esta conexión emocional fue el motor de un aprendizaje mucho más profundo. Lo que podría haber sido simplemente un disfraz de Halloween o una imitación artística se convirtió en un ejercicio de análisis, construcción y pensamiento crítico. El ejemplo de Jonah demuestra cómo el interés personal puede ser el mejor punto de partida para aprender ciencia de verdad.

Además, el proyecto se alinea con los objetivos de muchas iniciativas de educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) que buscan integrar la creatividad, el juego y la investigación en la enseñanza escolar. No se trata solo de memorizar datos, sino de aplicar conocimientos para resolver problemas reales o, como en este caso, reproducir una ilusión técnica del mundo del espectáculo.

Obstáculos fuera del laboratorio

No todo fue fácil en el camino de Jonah. Poco antes de presentar su proyecto en la feria STEM del distrito escolar, sufrió un revés inesperado. La familia fue víctima de un robo: el coche fue sustraído de su entrada, y con él, los zapatos modificados que había preparado con tanto esfuerzo. Este incidente pudo haber puesto en peligro su participación en el evento.

“Tardé un par de días en decírselo”, explicó su madre. Pero lejos de rendirse, ambos se pusieron manos a la obra para reconstruir el proyecto a contrarreloj. “Conseguí otro par, conseguí las placas de nuevo y luego nos apresuramos a arreglarlas. Estaban listas el lunes y la feria de ciencias era el miércoles”. Este tipo de situaciones también forma parte del aprendizaje. Resolver problemas, adaptarse a los imprevistos y no perder la motivación son habilidades clave para cualquier científico.

El hecho de que Jonah no se desanimara tras el robo, sino que reconstruyera su proyecto y lograra presentarlo a tiempo, es tan valioso como el propio contenido del experimento. Habla de perseverancia, responsabilidad y apoyo familiar, factores que a menudo son tan importantes como el conocimiento técnico en sí.
Más allá de un truco escénico
En apariencia, los zapatos antigravedad de Michael Jackson son solo un truco visual. Pero al analizarlos en detalle, revelan principios de física aplicados con precisión. En concreto, el sistema se basa en modificar el punto de apoyo del cuerpo y distribuir el peso de manera que la inclinación sea posible sin perder el equilibrio.

Este tipo de mecanismos tiene aplicaciones más allá del entretenimiento. Entender cómo se puede modificar el centro de gravedad de un cuerpo permite explorar conceptos clave en biomecánica, robótica o diseño ergonómico. La simple pregunta de un niño puede conducir a explicaciones profundas sobre el funcionamiento del cuerpo humano y la física del movimiento.

Además, la historia de Jonah pone en evidencia el valor de enseñar ciencia como una herramienta para entender el mundo cotidiano, no solo como un conjunto de conceptos abstractos. A partir de un vídeo musical, se pueden construir aprendizajes significativos, siempre que haya espacio para la curiosidad y el acompañamiento adecuado.

Jonah seguirá investigando

Después del éxito de su experimento, Jonah ya está pensando en su próximo proyecto. Según declara en el artículo, su siguiente reto es descubrir el secreto del moonwalk, otro de los movimientos icónicos de Michael Jackson. “¿Son ruedas? ¿Es mantequilla resbaladiza? ¿Es un hitch member?”, se pregunta.

Más allá del contenido técnico, esta actitud refleja el espíritu de la ciencia en su forma más pura: la formulación constante de preguntas, la experimentación y la búsqueda de explicaciones. Ese impulso por seguir explorando es lo que hace que un niño curioso se convierta, quizá algún día, en un investigador, un ingeniero o un divulgador.

 

 

 

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