Jueves 9 de Octubre de 2025

  • 14.9º

DEPORTES

8 de octubre de 2025

El mundo del fútbol llora la muerte de Miguel Ángel Russo

A los 69 años de edad y luego de una larga lucha, el destacado director técnico argentino dijo adiós. Lo llora el país entero.

Son miles. Miles y miles. No existe forma de dimensionar cuántos jugadores pasaron por su mirada y recibieron sus indicaciones. Más de 1.000 partidos con el buzo puesto, 17 equipos diferentes (en varios con tres, cuatro y hasta cinco etapas), 11 títulos entre nacionales e internacionales, más de 25 años de carrera. Sonrisa perfecta, cutis bronceado, frases que quedaron en la historia. “Son decisiones”, supo afirmar y luego reírse de su elegante forma de salir del paso. Miguel Ángel Russo será siempre recordado como uno de los entrenadores con más trayectoria y liderazgo del fútbol argentino.

Es difícil encontrar un momento en el que Miguelo no haya estado trabajando. Su salida de San Lorenzo y su llegada a Boca para iniciar su tercer ciclo en el Xeneize es apenas una muestra de lo codiciado que siempre fue tenerlo como líder de grupo. En los últimos años, solo estuvo sin trabajar algunos meses en el 2022, cuando se fue del Al-Nassr en junio y en diciembre firmó para Rosario Central. 

“Si me vienen a buscar, es por algo. Algo debo tener para conseguir trabajo durante tanto tiempo y que me vuelvan a buscar de los lugares en que estuve”, dijo cuando su carrera recién estaba comenzando. Nada cambió.

Ni siquiera dejó de trabajar cuando tuvo que afrontar uno de los momentos más difíciles y que nada tuvo que ver la pelota: en 2017 y mientras dirigía a Millonarios de Colombia, le diagnosticaron cáncer de próstata, que superó prácticamente sin dejar de trabajar. ¡Si hasta fue campeón! Dos días después de una sesión de quimioterapia, dio la vuelta olímpica en el Torneo Finalización 2017, cortando una sequía de cinco años.

“Es como si la enfermedad nunca hubiera entrado en mi cabeza, no el valor de la enfermedad sino la dimensión de todo eso. Sí le tuve respeto, hice caso a los médicos y, de menor a mayor, la fui superando”, dijo en una entrevista en Infobae. “El mundo con este tipo de enfermedades hace un drama, y eso es lo peor”. Esa fue su manera de enfrentar sus problemas de salud. No se dejó llevar por delante y a los 60 años mantuvo ese espíritu inclaudicable.

No solo fue campeón en el 2017 en Colombia, sino que en el 2018 volvió a celebrar, esta vez en la Superliga, venciendo en la final en el clásico ante Atlético Nacional. Tras su salida del equipo colombiano, y aunque ya sonaba en Boca, decidió firmar con Alianza Lima de Perú. Meses después sí tuvo su regreso al Xeneize, en plena pandemia, algo que tampoco logró poner su carrera en suspenso. Un hombre fiel a sí mismo, de carácter, que no se dejó amedrentar ni por la enfermedad más cruel.

Miguel Ángel Russo en su último paso por Boca. (Foto: Prensa Boca)

Miguel Ángel Russo en su último paso por Boca. (Foto: Prensa Boca)

Amores aquí y allá

Lo quieren en Central, en Vélez y en Boca. En Lanús y, por supuesto, en su Estudiantes querido. ¿Habrá algún DT querido por tantos equipos? Es que en cada uno escribió páginas de gloria. En el Pincha, claro, lo hizo primero como jugador: siendo un duro volante central, vistió únicamente la camiseta del León platense durante toda su trayectoria: 432 partidos oficiales. 

Nacido en Lanús el 9 de abril de 1959, debutó en 1975 con la camiseta de Estudiantes, que en aquel tiempo estaba bajo el mando de Carlos Salvador Bilardo, el mismo que años más tarde tuvo que tomar la dura decisión de dejarlo afuera de la lista de buena fe del Mundial 86 (“Carlos me dijo que lo iba a odiar, pero el día que seas técnico, lo vas a entender”, contó que le dijo el DT). 

Se retiró 13 años después del debut, en 1988 luego de celebrar dos títulos: el Metro 82 y el Nacional 83, dirigido por quien años después lo acompañaría en la dupla técnica y en el mismo club, para ser campeones y ascender: Eduardo Luján Manera. Tenía apenas 31 años pero no pudo más con los problemas de rodilla. Se fue a Europa y se pasó dos meses de acá para allá en la previa al Mundial 90 para aprender todo lo que pudiera pensando en el futuro. Al volver, ya estaba dirigiendo.

“Allá estuve con Arrigo Sacchi, le dije que era amigo de Bilardo, y se portó bárbaro. Después, en Nápoles, cuando fui a pagar el hotel, Diego ya había pagado todo, ni él se debe acordar, pero son gestos que yo valoro mucho. Estuve en Madrid, y Valdano me abrió las puertas del Real. Así fui almacenando cosas, pensando que en algún momento todo eso me iba a servir. Me gustaba hablar de táctica con los entrenadores, tenía el bichito ese”, contó en El Gráfico.

Miguel Ángel Russo en Rosario Central. (Foto: Getty)

Miguel Ángel Russo en Rosario Central. (Foto: Getty)

Su debut como DT

En Lanús, su tierra, también es prócer. Fue su primer equipo como entrenador, cuando el equipo navegaba por la B Nacional. En aquel debut logró el ascenso en el Reducido que daba un segundo cupo para la Primera, luego de 13 años de no poder subir. Descendió luego, pero tuvo revancha porque en 1992 logró otra vez subir con el equipo, esta vez siendo campeón. Lanús nunca más perdió la categoría.

El dúo Russo – Manera llegaría al Pincha para el Torneo Nacional B de la temporada 94/95 y tras una campaña en la que lograron una distancia de 11 puntos con el segundo, devolvieron a Estudiantes a Primera. En aquel plantel estaban Carlos Bossio, Rubén Capria, la Bruja Verón, José Luis Calderón y un muy joven Martín Palermo, a quien luego volvería a dirigir en Boca. El amor que nació cuando jugaba por su incondicionalidad se multiplicó con el regreso del León al fútbol grande.

Rosario Central se convirtió en un lugar especial para él. No por nada tuvo nada menos que cinco pasos por el Canalla. El primero en 1997, luego en 2002, en 2009 y más tarde en 2013, logrando la primera gran alegría con esa camiseta: el ascenso a Primera en esa temporada. En el 2023 logró escalar a lo más alto del podio: consiguió el título con la obtención de la Copa de la Liga profesional. Se fue meses más tarde por los malos resultados. “Seguirá siendo mi casa”, dijo. Finalmente, no fue tal el descanso ya que pronto volvió a trabajar.

En Vélez también guardan un gran recuerdo en especial luego de su primer paso por Liniers, en el 2005. El Fortín llevaba nada menos que siete años sin ser campeón y la llegada de Russo les cambió la cara. No sólo fue campeón de aquel Clausura, también llegó a las semifinales de la Copa Sudamericana, perdiendo ante Pumas. Al año siguiente, cayó en cuartos de final, antes de su salida a fines del 2006. Volvió en 2015, y debió jugar aquella polémica definición para definir quién se clasificaría a la Libertadores de aquel año: fue derrota ante Boca 1-0. A fines de ese año, tras caer en cuartos de final de la Copa Argentina, se iría del club.

En San Lorenzo, en su único torneo, dejó un buen recuerdo aunque su salida abrupta resquebrajó esa imagen. Lo cierto es que en medio de un caos institucional, el equipo logró llegar hasta las semifinales del Apertura 2025 y cayó ante el campeón Platense. Esa eliminación le dio lugar a su llegada al club del que fue entrenador hasta último momento. 

El último paso de Russo por San Lorenzo. (Foto: Getty)

El último paso de Russo por San Lorenzo. (Foto: Getty)

La gloria máxima

En sus más de 25 años como entrenador, tuvo una corta chance en Europa, en el Salamanca de España, también en Sudamérica (además de Millonarios y Alianza Lima, pasó por U de Chile, Monarcas Morelia, Cerro Porteño de Paraguay y Al-Nassr de Arabia Saudita). Nunca le tocó dirigir a una selección: lo suyo era el día a día con sus dirigidos. 

Pero si algo le faltaba a Miguelo para catapultarlo como un gran DT era un título internacional. Y fue en Boca donde esa historia la escribió con letras doradas. Logró lo que muchos ansiaban y aún desean: una Copa Libertadores. Su primera etapa en el Xeneize llegaría luego de la salida de Basile, el mal paso de La Volpe y la necesidad del club de retomar la senda. Russo llegaba con espalda desde Vélez y Boca fue su obra cumbre. 

Un equipo que arrasaba, que tenía personalidad y goleaba, aquel Boca del 2007 dio la vuelta olímpica nada menos que en Brasil, ante Gremio. Juan Román Riquelme, Martín Palermo, Hugo Ibarra, Sebastián Battaglia, Rodrigo Palacio, un equipo que amedrentaba en cualquier cancha. No pudo colocar la frutilla en el postre ya que perdió la final del Mundial de Clubes ante el Milan, pero su único título internacional como DT sigue siendo la última Libertadores que Boca conquistó. 

Tuvo varios pasos más por el club de la Ribera: en el 2020 también se fue con los brazos llenos, esta vez conquistando la Superliga y nada menos que en un último partido sacándole el campeonato a River. Un título también esperando y que agrandó su imagen en el club aún más con la obtención de la Copa Diego Maradona. Tras su salida en 2021, volvió de la mano de Riquelme para intentar enderezar un barco que ya se había consumido a varios técnicos de la casa. 

Siempre con esa templanza, con sus formas pragmáticas, su estilo equilibrado, algo que transmitió siempre a sus equipos: sin complicarse demasiado, buscando el lujo cuando se puede pero sobre todo con la constancia y el esfuerzo como banderas, sin polemizar pero sin dejar que le tuerzan el brazo, Russo se ganó un nombre en el fútbol argentino. 

“Capacidad de trabajo y honestidad en todos mis actos. Me considero una persona querida dentro del ambiente, más allá de alguna pelea. En el fútbol sabemos quién es quién, y cuando uno mantiene una conducta y camina por una sola vereda, que, en definitiva, tiene que ser algo normal y tampoco hay que jactarse de ello, se sabe. También hay algo determinante: mi relación con los jugadores es muy buena. Algo debe tener el entrenador para lograr esas cosas. Después, palo adentro o palo afuera, a veces le errás”. Bolavip.

COMPARTIR:

Comentarios