Domingo 11 de Mayo de 2025

  • 14.1º

MUNDO

10 de mayo de 2025

León XIV en Santa María la Mayor rezó ante la tumba del Papa Francisco

El Pontífice, al regresar de Genezzano, se detuvo en la Basílica liberiana para rendir homenaje a su predecesor.

Unos momentos, solos, en silencio y el regalo de una rosa blanca colocada sobre el mármol con la inscripción grabada “Franciscus”. Oración también ante la Salus Populi Romani y saludo a centenares de personas, en la Basílica para visitar la tumba y rezar el Rosario, tomadas totalmente por sorpresa por la llegada del recién elegido Papa.

El primer gesto fue arrodillarse y colocar una rosa blanca –la inevitable rosa blanca, en memoria de Santa Teresita– sobre el mármol donde está grabada la palabra  Franciscus . El Papa León XIV, después de su excursión a Genazzano donde por la tarde rezó en el santuario de la Madre del Buen Consejo, no regresó al Vaticano sino que prolongó su viaje hasta la Basílica de Santa María la Mayor para rendir homenaje a su predecesor Francisco.

La llegada a la Basílica

A las 19.05, transcurrido el horario de cierre de las visitas, el Papa llegó a la plaza de la Basílica Liberiana donde los fieles se disponían a ocupar sus lugares para el rezo del Rosario vespertino. La seguridad bloqueó entradas y pasajes; Esa es la primera señal. “¿Pero quién viene?” gritó una mujer cerca de la barrera. “¡El Papa, señora!” ¿El Papa? ¿Como el Papa? No tuve tiempo ni de terminar la frase cuando el todoterreno negro apareció en la rotonda frente a la iglesia, recibido por una ovación, aplausos y gritos de "Leone, Leone" que ahora acompañan cada aparición del recién elegido Papa.

Sentado delante, el Papa Prevost saludó a todos desde la ventana para luego entrar por la puerta lateral, esa que ha visto entrar más de cien veces al Fiat 500 L blanco con el Papa Francisco a bordo camino de Santa Maria Maggiore para saludar a su “madre”.

La carrera de los fieles desde fuera hacia dentro

Sorprendió la disposición de los más de cien fieles a correr desde el exterior al interior de la Basílica y ubicarse entre las columnas valladas a los lados de la nave central para esperar la entrada del Papa. Los aplausos fueron muy fuertes, más fuerte aún el grito de “Papa León”, que acompañó la llegada del Pontífice, sonriente, tranquilo, con la mano derecha levantada para saludar a quien tenía delante. Un bosque de smartphones y cámaras inmortalizó cada paso, acentuado por algunas caricias y apretones de manos. La dirección era la capilla de la Salus Populi Romani, donde León XIV se detuvo unos instantes en oración ante el icono del santo patrón de Roma que según la historia y la tradición fue pintado por San Lucas. El Papa colocó un ramo de rosas sobre el altar.

Junto a él, el cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste de Santa María la Mayor, y el cardenal argentino Ángel Sixto Rossi. A la salida, el Papa quiso saludar a un grupo de monjas y algunas mujeres y niños que lograron alcanzar la cuerda de terciopelo. Algunos apretones de manos, bajo el control de los gendarmes, mientras bajo los mosaicos y los frescos de la Basílica, resonaban coros en italiano y español.

Orando ante "Francisco"

Una última sonrisa a la multitud, luego el Papa León dirigió su mirada hacia el nicho donde el juego de luces ilumina la cruz del buen pastor, la que Jorge Mario Bergoglio llevó alrededor de su cuello durante más de 12 años por encima de su sotana blanca. Un ayudante pasó la rosa y el Papa se arrodilló y la dejó a un lado. Luego, siempre de rodillas y en silencio –silencio observado también por todos los presentes en la Basílica–, rezó durante algunos minutos, con la cabeza inclinada y las manos juntas.

Dos Papas, uno de rodillas y el otro mirando desde el cielo, reunidos en un espacio pequeño, seco y completamente blanco. Un marco de fuerte impacto.

León XIV continuó luego su breve recorrido, deteniéndose bajo la estatua de María Regina Pacis, mirando hacia la Capilla Paulina y deteniéndose brevemente en las primeras filas detrás de los cordones. De nuevo la salida hacia la sacristía, más saludos, filmaciones, incluso un hombre que hizo una videollamada a la familia para mostrar lo que estaba sucediendo. —¡Qué suerte! Vinimos esta misma tarde y el Papa estaba allí —exclama una mujer.

El regreso al Vaticano

Un último rugido, un último coro de “Leone, Leone” junto al inevitable “Viva il Papa”, luego la sotana blanca, la que Prevost usa desde hace menos de 72 horas, desapareció entre las puertas de madera. Otra prisa para saludar la salida hacia el Vaticano. Pero el coche del Papa hizo el recorrido inverso, pasando por el cementerio de enfrente, sobre el Esquilino, para decepción de quienes esperaban una última despedida y para gran sorpresa de quienes en cambio se habían perdido la llegada, es decir, los numerosos peregrinos que habían hecho cola durante horas para rendir homenaje a  Francisco .

Vatican News

 

COMPARTIR:

Comentarios