ARGENTINA
4 de octubre de 2025
Un acto de caridad, tiene 22 años y les corta el pelo gratis a los jubilados del barrio

Emiliano David Alomo tiene 22 años, vive en el barrio San Cayetano de Rafael Castillo, La Matanza, y se convirtió en una sensación viral por un gesto de pura generosidad: cortarles el pelo gratis a jubilados que no pueden costear el servicio.
En poco más de un mes atendió a más de 30 personas en un acto que lo llenó de emoción, a pesar de la discriminación que sufrió inicialmente por su aspecto.
Su vida es un constante “rebusque”: además de ser barbero, se dedica a la reparación de celulares, vende electrodomésticos y zapatillas. “Me las rebusco hoy en día. También juego a la pelota, en la semana entreno”, contó a TN.
La pasión de Emiliano por la barbería nació hace cuatro años, casi por casualidad. “Empecé a cortar viendo a mis amigos en una barbería. Me empezó a gustar porque le metían onda, me gustaba cómo cortaban y hasta que un día me picó ese bichito y dije: ‘Me voy a tirar para hacer unos cursitos y a cortarme el pelo también’”, recordó.
Sus inicios fueron duros y llenos de dudas. “Mucha gente no confiaba. Obviamente como todo el mundo. Arrancaba cortando mal, estresado porque las cosas no salían”, indicó. Lo que más lo frustraba eran las limitaciones de sus herramientas: “Hacía un corte, tenía otro cliente esperando y la máquina se me quedaba sin batería. Obviamente, era una máquina de principiante”, sostuvo Emiliano.
Gracias a su tío, que le compró una máquina profesional, y al ahorro que obtuvo con su trabajo, pudo ir armándose. Emiliano cortaba en el patio, viendo videos de YouTube, y ahora recibe a sus clientes —amigos, conocidos y vecinos— en una de las habitaciones de su casa, precisamente al lado de su cama.
Cobra $9000, pero a domicilio puede llegar a $12.000. “Voy a domicilio, camino de acá para allá, voy en colectivo. Y nada, corto a chicos, a bebés, a gente en general, jubilados, a mujeres también les corto”, explicó.
La idea de cortar gratis a los abuelos surgió al ver que en muchos lugares se les cobraba o no se tenía en cuenta su situación económica. Lo dudó un poco, porque “hoy en día no a cualquiera dejan entrar a las casas”, pero se animó a hacer la publicación que lo cambiaría todo.
“Hola gente mi nombre es Emiliano soy barbero. El lunes arranco a cortar el pelo a los jubilados, totalmente gratis. Lo hago de corazón y me gustaría ayudar sin pedir nada a cambio. Tienen mi Instagram para que vean que no es trucho”, escribió el 8 de agosto de este año en su cuenta de Facebook.
Los comentarios que recibió fueron de dos extremos: por un lado, una ola de apoyo: “Que soy buena gente, que voy a llegar lejos, qué gran corazón tengo, que van a venir las cosas buenas, que siga así, que haga las cosas de corazón siempre”.
Pero el costado negativo lo golpeó fuertemente. “Los negativos fueron que no corte. Que mirá la pinta que tiene, está todo tatuado, usa visera, mirá cómo se viste, que ese va a entrar a robar, ese va a matar un jubilado. Que ese chequea las casas y después manda a otra gente a que entren a robar y cosas así”, relató.
“Me sentía mal porque la gente juzga sin conocer a la persona por su vestimenta o porque estén tatuados o porque usan una visera. La bajaba un poco y no quería hacer nada en ese momento”, manifestó.
La emoción de verlos llorar y el “barbero psicólogo”
A pesar de las críticas, Emiliano siguió adelante. Hasta la fecha, lleva más de 30 cortes hechos a jubilados, una cifra que crece semana a semana, mayormente por el boca en boca en el barrio. Su motivación es clara: la necesidad que ve en la gente mayor.
“A mí me nació del lado de por qué lo hice, es por la razón de que quería ayudar y vi que la gente realmente necesitaba”, afirmó. “Me gusta ayudar a todo el mundo, tengan o no tengan dinero”.
El impacto emocional de su gesto es lo que más lo conmueve y lo motiva a seguir. Emiliano cuenta que no solo les corta el pelo, sino que también conversa con ellos sobre su vida, en un rol que muchos barberos asumen como de “psicólogo”.
“Me conmueve que muchas veces lloran porque no pueden pagar un corte. Me han dicho, llorando, que no tienen plata para pagarme, que no le pagan como corresponde la jubilación, que no llegan a nada. Y nada, eso es lo que me motiva y me pone contento por lo que yo estoy haciendo realmente de corazón”.
Al terminar su trabajo, la sensación es de pura felicidad. “Veo a esa gente que se emociona porque nadie hace nada por ellos y que yo vaya a su domicilio, les corte y la semana próxima vuelva. La verdad, cuando me voy de ese lugar, me voy contento y pienso en lo que estoy logrando. Me voy muy contento y más motivado para poder seguir en eso”,(TN).
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