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9 de septiembre de 2025

Revolución en Nepal: arde el Parlamento tras la muerte de 19 personas en violentas protestas

La ola de protestas está encabezada por jóvenes de la “Generación Z”, que denuncian la corrupción gubernamental y la censura impuesta en las 26 redes sociales sobre las que el gobierno había impuesto un veto.

El primer ministro de Nepal, KP Sharma Oli, ha dimitido  la oleada de violentas protestas que han sacudido al país. El Gobierno nepalí había levantado este lunes la prohibición temporal de las redes sociales que mantenía bloqueadas desde hace dos semanas, después de que al menos 19 personas hayan muerto en las violentas protestas contra el Gobierno en Katmandú y otras ciudades del país.

Este martes, manifestantes prendieron fuego a la residencia privada del primer ministro nepalí, KP Sharma Oli, en un nuevo episodio de la ola de protestas encabezada por jóvenes de la “Generación Z”, que denuncian la corrupción gubernamental y la censura impuesta en las 26 redes sociales sobre las que el gobierno había impuesto un veto.

Además, el aeropuerto de Katmandú está cerrado y se mantiedne fuera de servicio por el momento.

Los manifestantes también asaltaron e incendiaron este martes el Parlamento de Nepal, en un nuevo giro de la crisis política que mantiene al país sumido en el caos, pese a la dimisión previa del primer ministro, K.P. Sharma Oli.

Imágenes difundidas por medios locales mostraban densas nubes de humo negro elevándose desde el complejo legislativo, mientras el Ejército, desplegado en la zona, se mantenía inactivo, sin intervenir para frenar el asalto ni sofocar las llamas.

La medida del Gobierno, que había sido criticada por organizaciones de derechos humanos y por la oposición, pretendía contener la expansión de la revuelta ciudadana, pero también fue interpretada como un intento de censura y de control del flujo informativo.

El Ejecutivo justificó inicialmente el veto como una herramienta para “frenar la desinformación” y limitar la capacidad de organización de los manifestantes.

Sin embargo, el bloqueo generó mayor indignación y fue visto como una señal de debilidad de un Gobierno acorralado por el descontento popular.

Durante el apagón digital, se multiplicaron los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que dejaron decenas de heridos además de los fallecidos.

Inflación y corrupción

Las marchas comenzaron en julio tras la subida de los precios de los alimentos y el combustible, en un país donde la inflación golpea con especial dureza a las familias más vulnerables.

A ello se suman las denuncias de corrupción contra altos cargos y la creciente desconfianza hacia el sistema político.

Miles de personas han salido a las calles en un movimiento espontáneo que ha desbordado a los partidos tradicionales.

En Katmandú, epicentro de las protestas, se vivieron escenas de auténtica batalla campal, con barricadas, incendios y choques con la policía.

Varias ONG locales denunciaron un uso “excesivo y desproporcionado” de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad, que recurrieron a gases lacrimógenos y munición real para dispersar a la multitud.

Críticas internacionales

La represión y el bloqueo digital han despertado la condena de organismos internacionales. Amnistía Internacional advirtió que Nepal se arriesga a una “grave erosión de derechos fundamentales” y recordó que la libertad de expresión y de reunión son pilares democráticos que no deben sacrificarse en contextos de crisis política.

Washington y Bruselas también expresaron su preocupación, instando al Gobierno a retomar el diálogo con la sociedad civil.

El levantamiento de la prohibición de redes sociales se produjo tras intensas negociaciones entre el Ejecutivo y líderes de la oposición, que exigían garantías de respeto a los derechos básicos antes de participar en cualquier mesa de diálogo.

Aunque la medida busca calmar los ánimos, los analistas advierten que el malestar de fondo sigue sin resolverse.

Gobierno en entredicho

El primer ministro enfrenta ahora un escenario político incierto. La oposición prepara una moción de censura mientras parte de la coalición gobernante empieza a mostrar fisuras.

La crisis social ha dejado en evidencia la fragilidad de las instituciones y la desconfianza generalizada hacia una élite política incapaz de dar respuestas a los problemas estructurales del país.

Los próximos días serán decisivos: si el Gobierno no logra recomponer la confianza perdida y ofrecer soluciones concretas, la ola de protestas podría resurgir con más fuerza.

Lo ocurrido en Nepal es un recordatorio de cómo el intento de silenciar la disidencia en tiempos de crisis puede tener un efecto contrario al buscado, multiplicando la indignación popular en lugar de sofocarla.(El Español).

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