El Gitano, el de las batas rojas, los movimientos de pelvis y la mirada que derretía hasta las butacas no solo fue un ídolo popular. Fue un artesano del deseo, un romántico incurable, un perfeccionista que dibujaba sus vestuarios, ensayaba coreografías con soldaditos de plomo, fue el artista total, ese que parecía salido de un guion imposible.

Roberto Sánchez nació en Valentín Alsina, fue un adelantado, ídolo pionero del rock en castellano con Los de Fuego, también el galán latino que reinventó la balada romántica con una teatralidad única. Fue estrella de cine, ídolo de masas, mito popular. Y fue, sobre todo, un artista fiel a sí mismo.

Rosario: tierra donde el fuego de Sandro nunca se apagó

La ciudad tiene una historia especial con Sandro. Desde sus primeras giras en los años 60, la ciudad lo recibió con los brazos abiertos. Se presentó en clubes como el Provincial, el Sportsmen Unidos o el mítico Club Italiano, donde ya desde temprano se escuchaban los gritos de las Nenas, ese ejército incondicional que él supo cultivar con devoción.

En los 80 y 90, sus recitales en el teatro El Círculo eran verdaderos rituales de adoración. Las entradas se agotaban en pocas horas. En una de sus últimas presentaciones en la ciudad, en 1993, hubo fanáticas que acamparon dos días enteros en la puerta del teatro. Rosario lo ovacionaba de pie cada vez que salía a escena. Y él respondía con esa mezcla única de seducción, humildad y humor que lo volvía irresistible.

Sandro no fue un artista lejano. Supo cultivar amistades auténticas a lo largo de su vida, algunas incluso vinculadas con Rosario. Uno de sus grandes amigos fue Alberto J Llorente, con quien compartió largas charlas sobre el oficio y los escenarios. También mantenía contacto con productores locales que lo trataban como a un hermano y no como una estrella intocable.

Durante años, eligió descansar en Funes o Roldán en escapadas cortas, lejos del bullicio, donde se reencontraba con el silencio y la inspiración. Su vínculo con la ciudad era más profundo de lo que muchos sabían.

Un país entero lo recuerda

Este martes, la Plaza Roberto Sánchez, en Banfield, será el epicentro de un homenaje con el sello de la gente. Desde las 12:30, el encuentro “Lomas canta a Sandro” reunirá músicos, orquestas, bandas y fanáticas que llegarán con flores, pañuelos rojos y lágrimas contenidas. Se presentarán Los Tabaleros, la Banda Sinfónica de Lomas, el Cuarteto de Cuerdas Lomas y artistas del musical Sandro, el gran show. Será una jornada para cantar, bailar y recordar.

Olga Garaventa, su esposa y compañera hasta el final, también forma parte activa de los homenajes por este 80° aniversario, integró los eventos que se realizaron este fin de semana y está  presente en la organización de los actos en Banfield, en la restauración y preservación de su legado audiovisual, y en cada detalle del canal oficial de YouTube donde se publican sus películas remasterizadas, Olga acompaña con discreción y firmeza la memoria de quien fue y sigue siendo el gran amor de millones, pero sobre todo el suyo.

Mientras tanto, en su canal oficial de YouTube, cada jueves se estrenará material remasterizado de sus películas, en formato HD, con sonido restaurado por Sony Music. Serán diez semanas de estrenos digitales, comenzó el 14 de agosto y el último será el 10 de octubre, donde revivirán joyas de su filmografía como Subí que te llevo, Gitano, Quiero llenarme de ti y otras piezas que marcaron a generaciones.

Sandro diseñaba su mundo como un director de cine, dibujaba los trajes que usaba en escena y su madre los cosía. Con telas de colchón se armó sus primeros pantalones. En su casa de Banfield, hoy museo, guardó más de 2.000 carpetas con partituras, bocetos, guiones de shows, ideas a medio escribir.

Vendió más de 22 millones de discos, grabó en cuatro idiomas, filmó 11 películas, y marcó récords de presentaciones con sus 40 shows consecutivos en el Gran Rex. Lo premiaron con discos de oro, platino y un Grammy a la Excelencia Musical. Pero él lo tenía claro: “El verdadero premio es el cariño de la gente. Eso no lo podés poner en una vitrina”, decía.

Rosario fue testigo del furor que generaba. Aquí lo esperaban como a un profeta, y él respondía con esa mezcla de humildad y magnetismo que lo hacía único. Las Nenas de Rosario, algunas con décadas de fidelidad, siguen homenajeándolo, amor que no se negocia.

Sandro lo tuvo todo: casas, autos, fama. Pero también conoció el vacío. “Lo peor que te puede pasar es quedarte sin sueños. Y a mí me pasó”, confesó alguna vez. Enfermo de EPOC, luchó con dignidad hasta el final. El 4 de enero de 2010 se apagó su corazón, pero no su fuego.

Lo dijo él mismo: “Yo ya no puedo pedir más. Lo que tenía que hacer, lo hice. Y me voy con el amor de la gente. ¿Qué más puedo querer?”

Hoy, a 80 años de su nacimiento, el Gitano sigue cantando. Desde las pantallas, los parlantes, las plazas, y sobre todo, en los corazones de quienes lo siguen amando sin condiciones. Porque Sandro, como el fuego verdadero, nunca se apaga.(Rosario 3).