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18 de agosto de 2025

China: Chupetes para adultos, el nuevo método antiestrés

Miles de jóvenes usan chupetes diseñados para adultos como método para aliviar la ansiedad y dormir mejor. El producto es un boom de ventas, pero la psicoanalista Déborah Bellota advierte sobre sus riesgos emocionales, sociales y familiares.

En China, los chupetes para adultos se venden como una herramienta para reducir la ansiedad, dormir mejor o dejar de fumar. Cuestan entre 10 y 500 yuanes (1,40 a 70 dólares) y son furor en plataformas de e-commerce, donde algunas tiendas venden miles de unidades al mes.

Según psicólogos, esta popularidad puede explicarse por la “regresión”: ante un estrés extremo, las personas tienden a buscar la seguridad de etapas tempranas, y el chupete remite a la calma de la infancia.

La psicóloga Deborah Bellota analiza el fenómeno desde el psicoanálisis, sin ahorrar advertencias: “No es que quien lo usa necesariamente tenga una patología, pero sí puede tratarse de personas con fijaciones orales marcadas. Esto ocurre cuando, en la infancia, especialmente durante la etapa oral (el primer año y medio de vida), se vivieron experiencias muy displacenteras o excesivas que no pudieron procesarse”.

Según la especialista, estas fijaciones pueden manifestarse en la adultez con conductas como consumir alcohol, mascar chicle, fumar, chuparse el dedo, comer de forma compulsiva o, en este caso, usar un chupete: “Para un adulto, es como encender una máquina del tiempo emocional y volver al pecho materno simbólico. Pero no estoy de acuerdo con esta práctica: el camino no es evitar la angustia o el dolor, sino aprender a tolerarlos”.

Riesgos para la salud emocional

Bellota advierte que, a nivel individual y social, el uso de chupetes para adultos podría:

  • Reducir la tolerancia a la frustración y al conflicto
  • Debilitar la capacidad de resiliencia, al evitar la elaboración del malestar
  • Fomentar vínculos más superficiales y una sociedad más dependiente de objetos externos para regular las emociones

Tapar las emociones puede reducir la angustia de forma superficial, pero a la larga genera una crisis más profunda de sentido, conexión y subjetividad”, insiste.

El impacto en la crianza

Uno de los puntos que más preocupa a Bellota es el efecto de esta práctica en la relación con los hijos: “Si un niño ve a su padre o madre usando un chupete, se rompe la simetría de roles. El adulto deja de encarnar un modelo de regulación autónoma y el niño puede registrar que sus padres necesitan el mismo recurso que él para calmarse”. Esto, explica, puede alterar los procesos de identificación y confundir jerarquías simbólicas en la familia.

¿Quiénes podrían sentirse atraídos por el producto? La psicoanalista sostiene que desde el marketing se apunta a adultos que buscan aliviar hábitos orales (como morderse las uñas, fumar o comer compulsivamente) y que, dentro de la neurosis, quienes tienen estructuras obsesivas o histéricas podrían encontrar en el chupete un sustituto de otros objetos.

En cambio, en personas con estructuras límite, adicciones o psicosis, “el riesgo podría ser mucho más grave”. Para Bellota, el fenómeno puede verse como algo anecdótico y llamativo, pero también como una señal de crisis emocional colectiva: “El psiquismo, cuando se ve sobrepasado, regresa a fases infantiles. El chupete potencia ese regreso a la oralidad, ofreciendo un consuelo que impide desarrollar estrategias emocionales más maduras”.

 

 

Para Tí

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