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23 de julio de 2025

El parricidio que conmocionó a Brasil

Durante semanas, Suzane Von Richthofen fue la cara visible de la búsqueda de justicia por el crimen que la dejó huérfana. Sin embargo, la traición de su cómplice reveló un hecho escalofriante.

El 31 de octubre de 2002, Manfred y Marísia Von Richthofen fueron encontrados muertos en su casa en la ciudad de San Pablo, en Brasil. A primera vista, los investigadores alertaron una muerte violenta: el matrimonio presentaba heridas que parecían haberse hecho con un elemento contundente.

La hija adolescente de la pareja, Suzane, fue quien le dijo a la policía que había encontrado los cuerpos. Una de las primeras hipótesis es que se había tratado de un intento de robo en el que algo salió mal.

Sin embargo, luego de una extensa investigación, el caso dio un giro inesperado: Suzane Von Richthofen se convirtió en la principal sospechosa y fue acusada de asesinar a sus padres para apoderarse de una herencia millonaria. ¿El objetivo? Escapar con su novio, a quien su familia rechazaba.

Un amor prohibido y un oscuro plan

Suzane era la hija mayor de una familia alemana rica y acomodada. Su padre, Manfred, era ingeniero y ejecutivo de la empresa IBM. Su madre, Marísia, se dedicaba a la psiquiatría.

Los Von Richthofen vivían en un barrio exclusivo de San Pablo y mantenían relaciones de sociedad con otras familias privilegiadas.

Un año antes del brutal crimen, Suzane comenzó a salir con Daniel Cravinhos, un joven de origen humilde, apasionado por las motos y el aeromodelismo, y sin educación universitaria.

Si bien al principio los padres aprobaban la relación, todo cambió cuando descubrieron que la joven había comenzado a consumir drogas, al igual que su novio, y que no había aprobado el examen de ingreso para la carrera de Derecho. De esta manera, Manfred y Marísia atribuyeron el fracaso de Suzane a su relación con Daniel y le prohibieron verlo.

Sin embargo, lejos de alejarse, la adolescente se obsesionó y empezó a encontrarse con Cravinhos en secreto durante dos años. En esos encuentros, ambos comenzaron a idear un plan para poder estar juntos.

Al principio, Suzane pensó en robarle dinero a sus padres y escapar junto a Daniel para vivir de la manera que quisieran. Pese a ello, algo más oscuro se apoderó de ella y pensó en ir más allá.

Durante varias semanas, ella, su novio y su cuñado, Cristian, planificaron el asesinato del matrimonio. Un día antes del crimen, en la tarde del 30 de octubre de 2002, probaron disparar un arma para ver si se escuchaban las detonaciones fuera de la habitación. Al darse cuenta de que el sonido era demasiado fuerte, tuvieron que encontrar otra forma de llevar a cabo el homicidio.

En la noche del día siguiente, Suzane, Daniel y Cristian llevaron a Andreas, el hermano de la joven, a un cibercafé y lo convencieron de quedarse algunas horas. La idea era que no se convirtiera en un testigo del crimen.

En la madrugada, los tres volvieron a la casa. La adolescente, que en ese momento tenía 18, subió al cuarto de sus padres para comprobar si estaban dormidos. Tras dar la señal, los hermanos Cravinhos ingresaron y con un tubo de hierro, mataron a golpes a Manfred y a Marísia.

Si bien el hombre murió en el acto, la madre de Suzane llegó a estar consciente unos minutos más. “No lastimen a mis hijos”, llegó a decir mientras agonizaba. Segundos después, Cristian tomó una toalla y se la metió por la garganta, lo cual le provocó una fractura interna y, posteriormente, la muerte.

Luego de ello, Suzane aprovechó para sacar el dinero que sus padres tenían guardado en una caja fuerte. De allí, sacó reales, dólares y euros, además de algunas joyas. A Cristian le dio una parte como pago por su participación en el crimen, y el resto se lo quedó ella con la idea de empezar una vida nueva junto a su novio.

Rápidamente, los tres se fueron de la casa y se escondieron en un hotel alojamiento por unas horas, aunque luego la chica volvió con su hermano. Alrededor de las 4 de la mañana, Daniel llamó a la policía y dijo que creía que había ocurrido un robo en la casa de sus suegros. Los efectivos no tardaron en llegar y en escuchar la versión de los jóvenes.

La condena

En los días posteriores al crimen, la policía notó inconsistencias en el relato de Suzane. Había contradicciones en los horarios, gestos que no coincidían con una joven en shock y una actitud extrañamente serena. Además, descubrieron que la alarma había sido desactivada desde adentro, sin señales de forcejeo.

Los investigadores interrogaron a los Cravinhos y uno de ellos, quebrado por la presión, confesó todo. El caso dio un giro inmediato: Suzane que había llorado ante las cámaras de la prensa pasó a ser la mente maestra detrás del crimen. El móvil fue claro: eliminar a sus padres para heredar su fortuna -estimada en más de 11 millones de reales- y vivir libremente con su novio.

Durante el juicio, el fiscal la describió como “fría, calculadora y manipuladora”. La defensa intentó argumentar que Suzane había vivido bajo la presión de una familia controladora, y que estaba influenciada por su pareja. Pero el testimonio de los propios Cravinhos, que aseguraron que fue ella quien insistió en llevar adelante el plan, terminó por sellar su destino.

En julio de 2006, Suzane fue condenada a 39 años de prisión por el asesinato de sus padres, mientras que Daniel y Cristian Cravinhos recibieron penas similares. A pesar de ello, la sentencia no terminó con el escándalo: el país entero debatía si ella era víctima o victimaria, si era la “cara del mal” o una chica dominada por el entorno.

La joven cumplió parte de su condena en la cárcel de Tremembé, donde compartió pabellón con otras mujeres condenadas por crímenes violentos. Durante ese tiempo, se recibió de técnica en administración, se casó con otro recluso y trabajó en la biblioteca del penal.

En 2023, fue beneficiada con la libertad condicional después de pasar más de 20 años presa.

 

 

Tn

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