Una década después del surgimiento de Ni Una Menos, los casos de femicidio siguen en alza y varios logros obtenidos por el movimiento feminista muestran señales de retroceso, reflejando desafíos persistentes en la lucha por la igualdad y la protección de las mujeres.

Un balance inquietante: diez años de Ni Una Menos

Ha pasado ya una década desde que el grito colectivo de Ni Una Menos resonó con fuerza en las calles de Argentina y, rápidamente, se extendió a otros países de América Latina. Sin embargo, hoy, al mirar atrás, resulta inevitable cuestionar los avances alcanzados frente a los desafíos actuales. Las cifras no dejan lugar a dudas: los femicidios, lejos de disminuir, muestran un preocupante aumento. La lucha emprendida por millones de mujeres parece encontrar ahora nuevos obstáculos, incluso después de haber logrado conquistas históricas.

Retrocesos y desafíos en derechos conquistados

En este contexto, llama la atención que algunos de los derechos obtenidos durante estos años enfrenten ahora un retroceso. Organizaciones feministas y referentes sociales advierten sobre señales alarmantes: la protección estatal se debilita y algunos dispositivos fundamentales para garantizar la seguridad y autonomía femenina han sido recortados o desfinanciados. El escenario actual evidencia cómo las promesas políticas suelen diluirse frente a cambios económicos o vaivenes ideológicos.

Cifras que preocupan y realidades que interpelan

No es solo cuestión de percepciones; las estadísticas reflejan la gravedad del momento. Según diversos observatorios especializados, los casos de femicidio no solo persisten, sino que aumentan en distintas regiones del país. Varias razones explican esta tendencia:

• – Fragilidad institucional para implementar políticas efectivas.
• – Persistencia de patrones culturales machistas.
• – Falta de acceso rápido a la justicia por parte de las víctimas.

Las historias personales detrás de cada número siguen siendo una herida abierta para toda la sociedad.

Ni Una Menos: más vigente que nunca

A pesar del clima adverso y el dolor persistente, el movimiento Ni Una Menos mantiene viva su voz. Las marchas y actos conmemorativos multiplican la exigencia colectiva: «Basta de violencia machista». La sociedad argentina –y buena parte del continente– observa con preocupación estos retrocesos, mientras nuevos grupos juveniles se suman al reclamo por una vida libre de violencia. Queda claro que los desafíos persisten, pero también la convicción inquebrantable de quienes continúan luchando para evitar más nombres en la lista interminable de víctimas.(24MatinsES).