MUNDO
23 de junio de 2024
Brainrot: la nueva afección que genera internet
El término apareció en internet en 2007, pero el aumento de su popularidad está relacionado con el reconocimiento creciente de un trastorno que los investigadores del Hospital Infantil de Boston han denominado como “uso problemático de los medios interactivos”.
El término se refiere sobre todo a los contenidos de internet de poco valor y a los efectos que provoca pasar demasiado tiempo consumiéndolos. Ejemplo: “Estuve viendo tantos videos en TikTok que ya sufro de brainrot”.
El debate en internet sobre el brainrot se ha extendido tanto que algunos usuarios de las redes sociales han empezado a crear parodias de personas que parecen encarnar la afección.
Acusar a alguien de tener brainrot no es un cumplido. Pero algunas personas muestran un cierto orgullo al admitirlo. Un reciente cuestionario de BuzzFeed en el que se retaba a los lectores sobre curiosidades oscuras de internet se titulaba: “Si aprobás este cuestionario sobre el brainrot, tu cerebro está cocido al mil por ciento”.
“Una de las maneras más fáciles de saber si el cerebro de alguien ha sido destruido por las redes sociales es notar con qué frecuencia esa persona hace referencia a la jerga de internet”, publicó hace poco el influencer Joel Cave en un tiktok. “El hecho de que el internet pueda infiltrarse tanto en nuestro cerebro que la gente ni siquiera tenga control sobre lo que dice —solo tienen que hablar de cualquier meme que hayan visto mucho— me parece una locura”.
Algunas cuentas de redes sociales se dedican a crear “contenido sobre brainrot”, que se ha convertido en un propio subgénero de entretenimiento.
Taylor Lorenz, autora de Extremely Online: The Untold Story of Fame, Influence, and Power on the Internet, dijo que consideraba brainrot (cerebro podrido) como un sinónimo de la frase en inglés “broken brain” (cerebro descompuesto). Ambos términos de internet se aplican a quienes han sido tan torcidos por lo que ven en línea “que han perdido la capacidad de funcionar en el mundo físico”, explicó Lorenz, columnista del Washington Post que antes fue reportera de The New York Times.
¿Una medalla de honor?
El término brainrot, que apareció en internet en 2007, pretende ser juguetón. Pero su aumento de popularidad está relacionado con el reconocimiento creciente de un trastorno que los investigadores del Hospital Infantil de Boston han denominado como “uso problemático de los medios interactivos”.
Michael Rich, pediatra que fundó el Laboratorio de Bienestar Digital del hospital, dijo que sus pacientes se refieren al brainrot como “una manera de describir lo que ocurre cuando pasás mucho tiempo en internet, y trasladaste tu conciencia al espacio en línea en lugar de la vida real, y estás filtrando todo a través del lente de lo que se ha publicado y lo que se puede publicar”.
Rich añadió que muchos de sus pacientes parecen considerar que tener brainrot es una medalla de honor. Algunos incluso compiten por pasar más tiempo frente a la pantalla, del mismo modo que lo hacen para obtener las mejores puntuaciones en los videojuegos. Bromean sobre ello, así que están lo bastante conscientes de la situación como para comprender que el uso obsesivo de internet les afecta, pero no lo bastante como para detenerlo.
“A pesar de que están experimentando brainrot, no lo utilizan como motivación para alejarse de eso”, aseguró Rich.
Joshua Rodríguez Ortiz, de 18 años, estudiante de último grado de secundaria en Billerica, Massachusetts, dijo que ha oído hablar del término cada vez más en los últimos dos meses.
“Creo que la gente empezó a darse cuenta de que TikTok está consumiendo nuestras vidas hasta tal punto que me pareció que nos estaba ‘pudriendo el cerebro’, porque la gente revisa TikTok constantemente y hay muchas referencias a nichos de la plataforma”, aseguró.
Rodríguez Ortiz, estudiante asesor en el Laboratorio de Bienestar Digital de Rich, ayuda a los adultos que trabajan para tratar el uso problemático de los medios interactivos a entender cómo utilizan los jóvenes la tecnología digital. Aunque es un estudiante estrella (irá a Harvard el año que viene), dijo que incluso a él le costaba trabajo limitar el uso del teléfono.
Dijo que ahora establecía restricciones en su teléfono que le permitían acceder a sus aplicaciones más utilizadas —Instagram y TikTok— solo durante 15 minutos cada vez.
Adormecerse a uno mismo
Mientras el Laboratorio de Bienestar Digital trata de entender el uso de las redes sociales y crear normas saludables para ello, otros grupos están adoptando una postura más punitiva. Newport Institute, un centro de tratamiento hospitalario de salud mental para jóvenes adultos, empezó hace poco a reclutar a personas que sufren de brainrot. En su sitio web, el instituto anima a los padres cuyos hijos sufren “dependencia de las pantallas” y “adicción digital” a considerar planes de tratamiento en uno de sus centros repartidos por todo el país.
Para Rich y los expertos del Laboratorio de Bienestar Digital del Hospital Infantil de Boston, el brainrot no es tanto una adicción a internet como un mecanismo de defensa para personas que podrían tener otros trastornos subyacentes que los lleven a adormecerse con la revisión sin sentido de las redes sociales o con sesiones de juego demasiado largas.
“Internet y los juegos son utilizados, por ejemplo, por niños con TDAH que pasan el día en la escuela sintiendo que no pueden seguir el ritmo, que no pueden seguir lo que está pasando, no solo en el aula, sino incluso en el patio de recreo”, explicó Rich.
El objetivo de Rich es replantear el debate sobre el uso de internet y el teléfono de “bueno frente a malo” a “sano frente a menos sano”, en un intento de ayudar a padres e hijos a desarrollar mejores hábitos en línea.
“Satanizar el teléfono y las redes sociales simplemente no es realista en estos tiempos”, dijo Leena Mathai, estudiante de último grado de secundaria en Basking Ridge, Nueva Jersey, que también es consejera estudiantil del Laboratorio de Bienestar Digital. “Decir a los niños: ‘Ah, estás mejor sin tu teléfono’, o tratar de hacerlos sentir mal por querer usar su celular no es la mejor manera de abordar la situación, porque eso solo provoca que la gente quiera hacerlo más”.
“Usamos nuestros teléfonos para anestesiarnos a nosotros mismos”, añadió. “Sé que está muy mal y a la gente siempre le sorprende ese comentario, pero es muy cierto”.
The New York Times
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