A principios de los 90, Gustavo Cerati, al frente de Soda Stereo, era la estrella pop reconocida tanto en argentina como en América Latina. Sin embargo, lejos de recostarse en el éxito, el músico se planteaba nuevos desafíos. Así comenzaba una etapa experimental para Cerati, que llevaría su creatividad a terrenos antes insospechados.

Un proyecto con Charly García y Pedro Aznar quedaba trunco, pero Gustavo encontraría donde canalizar su búsqueda. Tango 4 fue una invitación más que acertada para Gustavo, aunque por tiempos no pudo participar de forma activa. Si lo hizo en uno de los mejores temas que tiene el disco, Vampiro. Luego llegaría “Colores Santos”, un proyecto revolucionario en conjunto con Daniel Melero. Dos músicos delirantes que pulsan la misma sintonía a la hora de producir, siempre con respeto y emoción por lo que hacen. Podían pasar horas jugando, embelesándose, por lo que va ocurriendo cuando se ahogan en acordes, potenciándose el uno con el otro. Un trabajo que ocupa el top 10 de los mejores discos que tuvo Argentina en los ’80.

La dupla con Melero fue una gran inspiración para Gustavo, quien grababa paralelamente con Soda “Dynamo”, el sexto disco de la banda, estrenando estudio propio. El sonido de este disco cambiaba por completo la identidad de la banda, con una búsqueda totalmente experimental que desorientaba a muchos, proponiendo un cambio magnífico que iba a ser aceptado rápidamente. No olvidemos que Soda se caracterizaba por pensar discos totalmente diferentes unos de otros. Dynamo produce una especie de explosión mágica en el cuerpo que llena el alma ante el primer acorde que suena cuando le damos play. Tanta creatividad en su virtuosismo. Siempre curioso por las nuevas tendencias, Gustavo, Zeta y Charly, aprovecharon la oportunidad para presentar en público bandas afines a sus gustos que oficiaban de teloneras, como Babasónicos, que trascenderían en el tiempo. En 1993, con el éxito de Soda en la punta de sus narices y una repercusión increíble a nivel mundial, Cerati decide tomarse un tiempo a solas para empezar a pensar un nuevo disco solista: “Amor amarillo”. Esta decisión coincidió con importantes cambios personales en la vida del músico. Se mudó a Chile con su mujer, quien estaba embarazada de Benito, su primer hijo. “Amor amarillo fue como darle un color al amor que yo siento”, relata Gustavo en una entrevista, con los ojos emocionados por la llegada Benito.

Un disco introspectivo, en el cual se puede ver la necesidad que tenía Cerati de expresar sentimientos profundos, diferentes a otras cuestiones más triviales. Con una crítica rotundamente positiva por los seguidores y fans de Soda Stereo. Este fue el primer paso concreto hacia la carrera solista de Gustavo. A una década de su disco debut y un año de descanso, Soda editaba “Sueño Stereo”, una obra de las más acabadamente perfectas que realizó la banda, con canciones que pasaron a la historia del rock nacional como Zoom. La búsqueda sonora y conceptual de cada disco en el que Gustavo estaba involucrado eran la fuente de inspiración para el amplio universo visual que rodeaba la obra. Los videoclips por su puesto eran piezas fundamentales del engranaje en el que la banda ponía especial atención. Música, gráfica, shows, proyecciones, y todo lo que haga falta para que la puesta en escena sea desopilante. En marzo de 1996, Soda grabó en Estados Unidos “Confort y Música para volar”, un MTV unplugged, considerado uno de los mejores álbumes en vivo de música en nuestro idioma. Esta sería, tristemente, la última grabación de Soda. El álbum significaba un quiebre para el grupo y dejaba entrever que en lo sucesivo, los músicos tomarían caminos distintos. No sin antes concretar una despedida a la altura de Soda, la leyenda.

Fuente:airedigital

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