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ARGENTINA

25 de octubre de 2022

A 20 años de la caída del padre Grassi: preso con privilegios, continúa siendo sacerdote y está a punto de recibirse de abogado

El 23 de octubre de 2002, Julio César Grassi, un sacerdote que estaba al frente de la Fundación Felices los Niños, fue acusado por abuso sexual y corrupción de menores. En 2017, la Corte Suprema confirmó su condena a 15 años de prisión por dos hechos. En Tucumán A Diario hablamos con Juan Pablo Gallego, abogado de una de las víctimas que lo condenó. Escuchá la nota completa👇🏼

El cura Julió César Grassi miró a la luz, que casi lo cegaba, y dijo: “Juro por Dios que soy inocente. He cometido otros pecados, pero no ese”. No era una luz divina, sino la de una cámara de canal 9. Mientras los policías lo buscaban desde el 23 de octubre de 2002 por abuso de menores, el sacerdote no se refugió en una Iglesia a rezar. Su especie de altar desde el que se defendió de las acusaciones fue en un set de TV.

La orden de captura había sido dictada por el juez de Morón, Humberto Meade. Grassi había ido a un programa a ver el informe de Telenoche Investiga, que reveló la causa en su contra y lo denunció por abusar sexualmente de cinco niños de entre 11 y 17 años de edad que vivían en la Fundación Felices los Niños, que él dirigía. Allí le mostrarían, además, el testimonio de una de sus víctimas, un joven al que llamaron “Gabriel”, que en el momento de los abusos tenía 15 años y aseguró, sin mostrar la cara, que el cura Grassi lo había obligado a que se dejara practicar sexo oral en 1998.

El fiscal del caso. Adrián Flores calificó al testimonio del joven como “convincente y desgarrador”,

Grassi buscó contraatacar en una entrevista que le hicieron Chiche Gelblung, Mauro Viale y Eduardo Feinmann. “La Policía Bonaerense está llegando al canal para detener a Grassi”, anunció Feinmann, pero el cura, estilo mago ilusionista, desapareció.

Durante doce horas se mantuvo prófugo. Al mediodía, se entregó en el piso del programa de Mauro Viale, “Mediodías con Mauro”. Declaró más de cinco horas ante el juez Meade y quedó detenido en la DDI de Morón, alojado en una celda individual que solía ser destinada para violadores o policías detenidos.

Juan Pablo Gallego, abogado.

Juan Pablo Gallego, abogado.

Juan Pablo Gallego estuvo desde el comienzo hasta el final. Veinte años después, sigue en la historia hasta hoy. Junto a Sergio Piris, fue el abogado querellante de la principal víctima del cura Julio César Grassi, conocido como Gabriel, uno de los pupilos del sacerdote en la Fundación Felices Los Niños, a quien representó hasta llegar a la condena de 15 años de cárcel, confirmada por la Corte Suprema en 2017. Hoy, todavía representa a esta víctima en un millonario reclamo por daños y perjuicios realizada a Grassi, la Iglesia Católica y el Estado Argentino.

En Tucumán A Diario hablamos con Gallego -considerado un experto en expedientes que investigan abuso sexual a menores, querellante en muchas otras causas, como la del arquitecto Guillermo Ernesto Gray, alias “Memo”, quien fue condenado a 10 años de prisión efectiva por abusar sexualmente de su nieto cuando el nene tenía entre tres y cuatro años- donde contó sobre el lado oscuro de un caso paradigmático para la Justicia penal argentina, con el poder como signo constante:

“Allá por el 2002 un informe televisivo conmocionaba a la Argentina. Julio Grassi, el sacerdote más famoso del país, era acusado por abuso sexual de menores a su cargo y se ordenaba su detención. En pocas horas, Grassi se fugaba de otro canal de televisión, para eludir a la comitiva policial destinada a aprehenderlo.

"Inmediatamente, casi 30 abogados defensores, con el ex fiscal Moreno Ocampo como vocero y Jorge Sandro como estratega, desataban un despliegue nunca visto, irrepetible. Fue una ofensiva mediática judicial demoledora, descalificando a las víctimas y asegurando que enjuiciar a Grassi era, supuestamente, una demostración de la degradación de la Argentina", rememoró Gallego.

"En ese contexto hostil, combinado con amenazas y ataques con armas de fuego a víctimas y testigos, con reuniones clandestinas entre funcionarios judiciales de Morón y los defensores del sacerdote; y con una sociedad que no hablaba de otro tema y se debatía entre creer culpable o inocente al sacerdote, decidí tomar intervención e inmediatamente pasé a dirigir en total soledad la acusación contra el cura, con la absoluta certeza de que iba a sortear todos los obstáculos y probar su culpabilidad", cuenta el abogado Gallego.

"Recuerdo que a poco de transitar la causa, lo que conmovía o dividía entonces a la sociedad no era en realidad un secreto o algo desconocido en los ámbitos de poder. “Dios quiera que este hombre vaya preso”, fue la frase que aún me impacta y que pronunció Monseñor Justo Omar Laguna, superior jerárquico de Grassi, cuando lo visité en su domicilio. Sabían. Pero le tenían miedo, expresó”.

"Grassi estaba entre las cuatro personas más poderosas de la Argentina", exclamó Gallego.

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La caída del padre Grassi

Con su caída, el mundo de Grassi se derrumbaba. Por empezar, la Fundación Felices los Niños, creada por el cura en 1993, gracias a un subsidio de cuatro millones y medio de pesos otorgado por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo.

En su momento de auge, solía ir a los programas más emblemáticos para pedir dinero que, según él, destinaría la Fundación. Hasta Susana Giménez condujo uno de juegos cuya parte de la recaudación iría a la Fundación de Grassi. Pero el cura denunció que lo habían estafado. Cuando se sentó en el living de Susana, el 18 de agosto de 1998, la diva le preguntó cuánto dinero necesitaba. El sacerdote le dijo un millón de pesos. Y de ahí surge la célebre frase de la conductora: “¿Qué quiere construir, un Sheraton?”.

“Hay más de 500 hechos probatorios indudables que condenan a Grassi, que siempre estuvo cerca del poder y recibió protección. Es un perverso sin límites, capaz de cualquier cosa. Debe pagar por los delitos sexuales escandalosos que cometió”, dijo Juan Pablo Gallego, el abogado querellante.

El 10 de junio de 2009, el Tribunal Oral Nº1 de Morón, integrado por los jueces Luis Andueza, Jorge Carrera y Mario Gómez, condenó a Grassi a la pena de 15 años de prisión por dos hechos de abuso sexual y corrupción de menores agravados. Fue absuelto por los otros 15 hechos que se le imputaban. En el juicio declararon las víctimas y los empleados de la Fundación.

“Era como una suite nupcial”. Así describió la habitación de Grassi uno de sus ex empleados. Según su declaración, Gabriel se quedó solo con Grassi, quien le pidió que se sentara en sus rodillas. “Yo tenía 15 años, me senté en la falda de él y me empezó a tocar la pierna y empezó a subir. Me puse todo rojo y él me dijo que no le dijera nada a nadie. Me dijo que los hombres se tienen que conocer. Y como yo no tenía un padre al lado mío, él era quien me tenía que enseñar de la vida.”

Grassi dijo que todo era un complot en su contra del poder.

El 21 de marzo de 2017, la Corte Suprema de Justicia dejó firme, por unanimidad, la sentencia contra el cura abusador.

 

 

 

Grassi purga una condena que deberá cumplir hasta 2028.

Continúa siendo sacerdote”.

 

 

 

 

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